domingo, 22 de febrero de 2009

El que hace la ley hace la trampa: putaditas y zancadillas a la libertad de información en el estado sionista

Hoy toca hablar de mi. Mejor dicho de las dificultades que entraña para aquellos que engrosamos la larga lista de periodistas independientes y que, por gracia o desgracia (de todo hay), no pertenecemos a los grandes medios que mueven la opinión pública de este planeta.

Muchos somos los que nos abrimos camino a trompicones, jugándonos el culo en busca del repotaje, de la entrevista, de la imagen que nos abra las puertas de un futuro que siempre se plantea incierto, incluso desolador. La mayoría estamos aquí por una cuestión vocacional que se hace tan difícil de explicar para los demás como para nosotros mismos. Muchas son las dudas y las luchas morales que nos asaltan en esas noches en las que, tras haber pasado el día ametrallando el obturador de la cámara sobre algún desgraciado, tras haber recogido esa historia que creemos capaz de conmover a aquel que la lea, la vea, o sobrevuele, llegas a la habitación de tu hostal de mala muerte y te quedas mas solo que la una en la penumbra de otra noche más lejos de casa.


Además, como es el caso en Israel, son muchas las veces que uno no cuenta con el respaldo a la libertad de información que se le supone a un estado democrático. Así, somos muchos los que andamos por aquí sin una acreditación oficial que, aunque tampoco te vaya a abrir las puertas de todo aquello que quieras hacer, siempre da cierta seguridad (que no inmunidad) y facilidades. Personalmente, llevo tres semanas esperando a que la GPO (Government Press Office) acceda a concederme una acreditación que, en teoría, me debería haber concedido. Pues cumplo todos los requisitos que solicitan: carta del director de agencia y certificado de la embajada israelí en España. Como yo, en este breve e intenso tiempo, he conocido a muchos.


Creo en la labor positiva que tiene nuestra vocación, (aunque me considere un carroñero) y soy ferviente defensor de la libertad de prensa y de expresión. También creo que todos y cada uno de los estados de este mundo (especialmente aquellos que se dicen democráticos y se presentan al mundo como adalides de la libertad) deben velar por la seguridad de los informadores, locales y extrangeros, que desarrollan su trabajo en su espacio geográfico. Pero uno, al principio y al final, se da cuenta de que este oficio está lleno de trampas, de zancadillas y de juego sucio promovido por aquellos que, se supone, son los responsables de velar por nuestra seguridad y por nuestro derecho a la información.


Hoy, mi principal preocupación en Israel, no es ser victima de ningún islamista enajenado que es lo que la mayoría de la gente podría pensar desde allí. Hoy mi principal preocupación aquí es cómo conseguir que sacar mi trabajo del país, cmo abordar el incomodo interrogatorio al que me someterán en el aeropuerto de Tel Aviv o, peor aún, que un día me revienten la cámara de fotos por estar haciendo fotos sin acreditación donde en teoría puedo, pero está claro que no debo. Trato de no pensar en cosas mayores como ser el blanco de algún soldadito con licencia para todo como la compañera de la TV3 catalana, aunque ella sí estaba acreditada.


Lo unico ue me queda decir es que, con más razón, pienso seguir dando el cayo.

1 comentario:

  1. ¡dale, hermano!
    el camino está lleno de mierda, mismo porque el mundo está lleno de mierda, pero necesario es para nuestra sanidad mental -aunque no para la física- lanzarnos rumbo a lo que queremos conocer, sin filtros, sin intermediarios, con nuestros propios ojos, cámaras y bolígrafos.
    de lejos, estamos juntos.
    abrazos,
    tadeu

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