Ayer me acerqué a conocer la situación de los mineros encerrados en la mina del Abuelo (creo que se llama así) en Velilla del Río Carrión, provincia de Palencia. Tras 28 días de encierro en el interior del pozo sus rostros, como es lógico, reflejaban cansancio.
Uno, que a veces es imbécil y no sabe sumar, piensa en ese instante que esos gestos sudorosos de rabia contenida, que esas miradas puestas en la pared negra como si fuera un infinito, acabarán por recomponerse una vez se haya dado solución al conflicto del carbón.
Hoy, mientras edito el trabajo realizado al lado de estos mineros de Palencia, León y Asturias, no salgo de mi asombro al comprobar la cantidad de imágenes que reflejan ese cansancio del que hablo.
¿Será regusto amargo del que se sabe aniquilado?
Uno de los mineros encerrados lee en el interior del pozo. Velilla del Río Carrión (Palencia)
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